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Awards $10 Million In Damages to Plaintiffs
April 3, 2018, Fort Lauderdale, FL – In a landmark decision today, a federal jury found the former president of Bolivia and his minister of defense responsible for extrajudicial killings carried out by the Bolivian military, which killed more than 50 of its own citizens and injured hundreds during a period of civil unrest in September and October 2003. The decision comes after a ten-year legal battle spearheaded by family members of eight people killed in what is known in Bolivia as the “Gas War.” It marked the first time in U.S. history a former head of state has sat before his accusers in a U.S. human rights trial. The jury awarded a total of $10 million in compensatory damages to the plaintiffs.
Both the former Bolivian president, Gonzalo Sánchez de Lozada, and his former defense minister, José Carlos Sánchez Berzaín, have lived in the United States since they fled Bolivia following the massacre in 2003. In Bolivia, in 2011, former military commanders and government officials who acted under Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín’s authority were convicted for their roles in the 2003 killings. Both Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín were indicted in the same case, but could not be tried in abstentia under Bolivian law.
“After many years of fighting for justice for our family members and the people of Bolivia, we celebrate this historic victory,” said Teófilo Baltazar Cerro, a plaintiff and member of the indigenous Aymara community of Bolivia, who were victims of the defendants’ decision to use massive military force against the population. “Fifteen years after they fled justice, we have finally held Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín to account for the massacre they unleashed against our people.”
In Mamani v. Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín, the families of eight Bolivians killed filed suit against Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín in 2007, alleging that the two men planned and ordered the extrajudicial killings. Today’s verdict affirms the plaintiffs’ claims that the two defendants were legally responsible for the extrajudicial killings and made decisions to deploy military forces in civilian communities in order to violently quash opposition to their policies. In addition to the deaths, hundreds of civilians were shot and injured.
The three-week trial included the testimony of 29 witnesses from across Bolivia who recounted their experiences of the 2003 killings. Twenty-three appeared in person. Eight plaintiffs testified about the deaths of their family members, including: Etelvina Ramos Mamani and Eloy Rojas Mamani, whose eight-year-old daughter Marlene was killed in front of her mother when a single shot was fired through the window; Teófilo Baltazar Cerro, whose pregnant wife Teodosia was killed after a bullet was fired through the wall of a house; Felicidad Rosa Huanca Quispe, whose 69-year-old father Raul was shot and killed along a roadside; and Gonzalo Mamani Aguilar, whose father Arturo was shot and killed while tending his crops. One witness, a former soldier in the Bolivian military, testified about being ordered to shoot at “anything that moves” in a civilian community, while another recounted witnessing a military officer kill a soldier for refusing to follow orders to shoot at unarmed civilians. Witnesses recounted how tanks rolled through in the streets and soldiers shot for hours on end. Others testified about how the president and minister of defense committed to a military option instead of pursuing dialogue with community leaders to reach a peaceful resolution.
In 2016, a U.S. appeals court held that the plaintiffs could proceed with their claims under the Torture Victim Protection Act (TVPA), which authorizes suits for monetary damages in U.S. federal court for extrajudicial killings. Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín then sought and were denied a review by the U.S. Supreme Court in 2017, and the case moved forward in U.S. District Court. After a review of the evidence gathered by both sides, District Court Judge James I. Cohn ruled on February 14 that the plaintiffs had presented sufficient evidence to proceed to trial.
“The plaintiffs demonstrated immense courage in relentlessly pursuing justice for over a decade,” said Judith Chomsky, a Center for Constitutional Rights cooperating attorney for the plaintiffs. “They have set an example for anyone fighting for accountability for human rights abuses worldwide.”
“This win is not only a momentous victory for the plaintiffs and the people of Bolivia, but affirms that no one is above the law,” said Tyler Giannini, Co-Director of Harvard Law School’s International Human Rights Clinic.
“The plaintiffs’ victory sends an unmistakable signal to perpetrators around the world that they can be held to account for human rights abuses in the United States,” added Susan Farbstein, Co-Director of Harvard Law School’s International Human Rights Clinic.
After the jury announced its verdict, the defendants made a motion asking the judge to overturn the jury’s finding of liability against both defendants. Both parties will submit briefing on this issue in the coming weeks.
The family members are represented by a team of lawyers from the Center for Constitutional Rights, Harvard Law School’s International Human Rights Clinic, and the law firms of Akin Gump Strauss Hauer & Feld LLP, Schonbrun, Seplow, Harris & Hoffman, LLP, and Akerman LLP. Lawyers from the Center for Law, Justice and Society (Dejusticia) are cooperating attorneys.
For more information, visit the Center for Constitutional Rights’ case page.
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Jurado halla responsables a expresidente boliviano y a ministro de Defensa por ejecuciones extrajudiciales de indígenas de 2003
Jurado otorga $10 millones de dólares a los demandantes
3 de abril, 2018, Fort Lauderdale, FL – Hoy, en una decisión emblemática, un jurado federal halló al expresidente de Bolivia y a su ministro de Defensa responsables por las ejecuciones extrajudiciales que realizaron los militares bolivianos, quienes mataron a más de 50 de sus propios ciudadanos e hirieron a más de 400 durante un período de disturbios civiles en 2003. La decisión llega después de una batalla legal de diez años dirigida por los familiares de ocho personas ejecutadas en lo que se conoce en Bolivia como “La Guerra del Gas.” Los familiares vinieron de Bolivia a testificar en el juicio civil que empezó el 5 de marzo. Es ésta la primera vez en la historia de los Estados Unidos en que un ex jefe de estado se sentó ante sus acusadoras(os) en un juicio civil en los EUA sobre derechos humanos. El jurado otorgó un total de $10 millones de dólares en daños y perjuicios a los demandantes.
Tanto el expresidente boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada, como su antiguo ministro de Defensa, José Carlos Sánchez Berzaín, han estado viviendo en los Estados Unidos desde que huyeron de Bolivia después de la masacre de 2003. En Bolivia, cinco excomandantes militares cuyas acciones dependían de Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín fueron condenados en 2011 por sus roles en las ejecuciones de 2003. Tanto Sánchez de Lozada como Sanchez Berzaín fueron imputados en el mismo caso, pero no pudieron ser juzgados in abstentia según la ley boliviana.
“Después de muchos años de luchar por justicia para nuestros familiares y el pueblo de Bolivia, celebramos esta histórica victoria,” dijo Teófilo Baltazar Cerro, un demandante y miembro de la comunidad indígena aimara, quienes fueron víctimas de la decisión de utilizar fuerza militar masiva en contra de la población. “Quince años después de que Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín huyeron de la justicia, finalmente les pedimos cuentas por la masacre que ordenaron contra nuestra gente.”
En Mamani v. Sánchez de Lozada and Sánchez Berzaín, las familias de ocho bolivianos(as) ejecutados(as) entablaron una demanda contra Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín en 2007, alegando que ambos planificaron y ordenaron las ejecuciones extrajudiciales. El veredicto de hoy reafirma los reclamos de los demandados de que los demandantes eran legalmente responsables por las ejecuciones extrajudiciales y que decidieron desplegar fuerzas militares letales en comunidades civiles para aplastar violentamente la oposición a sus políticas. Además de las muertes, más de 400 personas civiles desarmadas fueron heridas por disparos.
El juicio de tres semanas incluyó el testimonio de 29 testigos de toda Bolivia que recontaron sus experiencias en la masacre de 2003. Veintitrés asistieron en persona. Ocho demandantes testificaron sobre la muerte de sus familiares, entre ellos: Etelvina Ramos Mamani y Eloy Rojas Mamani, cuya hija Marlene, de ocho años, fue ejecutada en frente de su madre con un solo disparo que entró por la ventana; Teófilo Baltazar Cerro, cuya esposa embarazada, Teodosia, fue ejecutada con una bala disparada a través de la pared de una casa; Felicidad Rosa Huanca Quispe, cuyo padre Raúl, de 69 años de edad, estaba a la vera del camino cuando fue ejecutado de un disparo; y Gonzalo Mamani Aguilar, cuyo padre Arturo fue ejecutado de un disparo mientras trabajaba en su chacra. Un testigo, un antiguo soldado en las filas de los militares bolivianos, testificó que se le ordenó disparar “a lo que se moviera” en una comunidad civil. Otro testigo contó haber visto a un oficial militar matar a un soldado de su propia tropa por rehusarse a seguir sus órdenes de disparar a civiles desarmados. Otros testificaron que el presidente y el ministro de Defensa se comprometieron a una opción militar en vez de dialogar con dirigentes comunitarios en pos de un acuerdo pacífico.
En 2016, una corte de apelaciones de los Estados Unidos sostuvo que los demandantes podían proceder con sus demandas según la Ley de Protección de Víctimas de la Tortura (TVPA, Torture Victim Protection Act), que autoriza juicios en la corte federal de los EUA por ejecuciones extrajudiciales. Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín solicitaron entonces una revisión por la Corte Suprema de los EUA en 2017. La solicitud fue denegada y el caso fue devuelto a la Corte de Distrito de los EUA. Después de revisar la evidencia reunida por ambas partes, el 14 de febrero el juez James Cohn de la Corte de Distrito determinó que los demandantes habían presentado suficiente evidencia para proceder a un juicio.
“Los demandantes demostraron una inmensa valentía en buscar justicia implacablemente por más de una década,” dijo Judith Chomsky, abogada de cooperación para los demandantes del Center for Constitutional Rights [Centro de Derechos Constitucionales]. “Han sido un ejemplo para todos los que luchan por la rendición de cuentas por los abusos contra derechos humanos en todo el mundo.”
“Este éxito no solo es una victoria trascendental para los demandantes y el pueblo de Bolivia, pero afirma que nadie está encima de la ley,” dijo Tyler Giannini, codirector de Harvard Law School International Human Rights Clinic [Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Escuela de Leyes de Harvard].
“La victoria de los demandantes envía una señal inequívoca a los perpetradores de todo el mundo de que se los puede responsabilizar por abusos contra los derechos humanos en los Estados Unidos,” añadió Susan Farbstein, codirectora de Harvard Law School International Human Rights Clinic.
Después de que el jurado anunció su veredicto, los demandados entregaron una petición pidiendo al juez que revoque la determinación del jurado de responsabilidad contra ambos acusados. Ambas partes presentarán información sobre este tema en las próximas semanas.
Los familiares están representados por un equipo de abogados de Center for Constitutional Rights, Harvard Law School International Human Rights Clinic, y los bufetes de Akin Gump Strauss Hauer & Feld LLP, Schonbrun, Seplow, Harris & Hoffman, LLP, y Akerman LLP. Las(los) abogada(os) de Center for Law, Justice and Society (Dejusticia) [Centro por la ley, la justicia y la sociedad (Dejusticia)] son abogadas(os) de cooperación.
Para mayor información, visite la página del caso (case page) del Center for Constitutional Rights.
The Center for Constitutional Rights works with communities under threat to fight for justice and liberation through litigation, advocacy, and strategic communications. Since 1966, the Center for Constitutional Rights has taken on oppressive systems of power, including structural racism, gender oppression, economic inequity, and governmental overreach. Learn more at ccrjustice.org.